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Wednesday, March 10, 2010

ESPAÑA MOROCO MISMA COSA (I)


El verano pasado estuve una semanita en Marruecos, concretamente en una coqueta población costera, Asilah. Era la primera vez que iba a Marruecos, y quizás, la última.
Desde luego, Marruecos no te deja indiferente. Es, literalmente, otro mundo. Para los que hemos estado en la vieja Europa, bien paseando por los canales venecianos u holandeses, viendo las planicies belgas desde un asiento de tren, paseando en bici por las tranquilas carreteras finlandesas, Marruecos es el tercer mundo. Que me perdonen mis amigos marroquíes, pero es la puritita verdad, como diría Cantinflas. Es como España hace más o menos 50 años, cuando aquí no había trabajo y nos teníamos que ir al norte.
Me impresionó mucho la cantidad de burros que hay en Marruecos. Burros por todas partes, no sólo en los pueblos, sino en la misma ciudad tirando de un carro, o con dos o tres niños a lomos trotando entre el tráfico rodado. En las carreteras nacionales, incluso en las autopistas de peaje, los ves cruzando peligrosamente de un lado a otro.
Circular en Marruecos es de locos. Por lo visto, el carné de conducir te lo dan previo pago de una cantidad sin necesidad de estudiar. Y claro, luego se ven las consecuencias en las carreteras. Adelantamientos interminables suicidas de camiones cargados en curvas sin visibilidad, stops que están de adorno, las rotondas es el sálvese quien pueda y maricón el último, en el que todos (coches, camiones, peatones, bicis, burros, etc) se meten a la misma vez; en la semana que yo estuve allí, presencié dos accidentes de consideración y muchísimos uuuuuys. Desde luego, el que suscribe no vuelve a conducir en Marruecos ni harto de vino.
Luego los marroquíes como pueblo, se nota que son medio salvajes. Gente orgullosa, desafiante, retadora que te hace comprender porqué a lo largo de los siglos franceses, portugueses y españoles mordieron el polvo repetidamente. El primer día que fui a la playa, se montó una trifulca entre dos grupos de unos treinta individuos cada bando y se arrearon piedras, agarraron palos de sombrillas y se amenazaron en árabe con un odio visceral. Yo y la pari, que nos cogió en todo el meollo, estábamos entre espectantes y acojonados por la dimensión de la pelea y la tardanza de las autoridades que aparecieron a la hora, dos guardias con uniforme ridículo para el calor que hacía que esperaban a que todo se aclarara para aparentar.
La pari era la única mujer en bikini de la playa, y claro, eso trae complicaciones. Entre que el 90% de los bañistas son hombres y que las marroquíes se bañan con pantalones, camisas, velos y demás, pues todos los hombres marroquíes tenían un objetivo: mi parienta. La miraban de arriba a abajo, torcían el pescuezo en un giro imposible para no perderse nada y eso crea situaciones incómodas.
Las cafeterías, llenas de hombres. Ni una sola mujer. Hombres tomando té de yerbabuena, café, sentados durante horas en las terrazas viendo pasar la vida. Mientras tanto, las mujeres en casa trabajando.
Cuando fuimos a Tánger de visita, comprendí porqué todo cristo contrata un guía antes de aventurarse. Nosotros dos solos, por las calles pestilentes de meado de esa ciudad en un estado de alerta constante. Yo paso por marroquí, pero la pari es rubia con los ojos verdes y da el cante que te cagas. A cada momento nos asaltaba un zagal pidiendo algo, pero no por las buenas, sino como amenazante, urgiéndote a que les dieras algo mientras seguía tu paso durante minutos y minutos, o te enseñaba un brazo manco, malencarado, con pinta de dormir en la calle. Todo el mundo que ha estado en Marruecos, con tufillo de chulería, aconseja no darles nada, no hacerles caso, que dando dos palmadas y dos gritos espantan a los pedigüeños;y yo les digo que tururú , porque son muy pesados y los tienen bien puestos, y que el que se ponga chulito allí sale mal parado.
Luego está el cochino dinero. Lo piden sin rubor, propina, propina hermano, en bares, aparcamientos, playas, puertos, etc. En la cuenta del restaurante te la intentan endiñar, en el puerto de Tánger, te pide dinero hasta el último mono, por cualquier cosa tienes que regatear interminablemente.
La suciedad de Marruecos es de campeonato. Las playas, tras caer la noche, se presentan llenas de envoltorios y porquerías que nadie recoje. Los servicios de los bares, ni recordarlo quiero porque acabo de comer. Baste decir que es lo más guarro que he visto en mi vida. En la medina de Tetuán, los pollos pelados en los suelos, todo al aire libre, lleno de avispas los pasteles, el pescado en la calle con más moscas que el rabo de una vaca, etc.
Por supuesto tiene cosas buenas, como cualquier país subdesarrollado: unos paisajes espectaculares, unas playas que no se ven en España desde los 60, una gastronomía incontaminada de cipotadas, que es tradicional, saludable y barata al mismo tiempo.
En Larache, una ciudad pobrísima que desde que España la dejó en los 50 no la han tocado, por falta de un puente para ir a una playa había que tomar un barquito en un embarcadero infame donde el remero tenía que cruzarnos al otro lado a 15 personas que llenábamos la patera en un esfuerzo sobrehumano que un motorcito hubiera hecho en un santiamén. Todo por 2 dirhams ó 0,20€. Sentía pena por el chaval que remaba como 500 m. contra un viento fuerte así como gozo por sentirme transportado a una época que yo ni siquiera he conocido. Quise darle 20 dirhams de propina al remero, conmovido como estaba por su esfuerzo, y me los rechazó en un gesto dignísimo, diciéndome uno que hablaba español que no aceptaba propinas.
Y luego el dichoso puerto de Tánger. Para entrar, al bajar del barco con el coche entre miles de coches de marroquíes de toda Europa, estuve esperando 4 horas bajo un sol abrasador mientras la poli aduanera fumaba, charlaba y reía. Ni mear puedes. Ahora imagínate eso para los que vienen desde Alemania conduciendo dos días, cargados hasta los topes y con una tropa de niños pequeños llorando, sedientos y hambrientos. Los pobrecitos horas y horas esperando mientras a la poli no le salía del cipote darnos paso. Mostraron una insensibilidad fuera de toda duda. Pero lo peor fue a la salida. Yo la temía, y mis peores sospechas se confirmaron. Primero vemos como delante nuestra, ya en Tánger y parados en un semáforo, tres chavales se meten en los bajos de un camión español. Se introdujeron en la barriga del mismo, entre los hierros, en un periquete, y allí se fueron con el camión a intentar pasar a España. Desde luego, se suelta uno de ellos, y muere atropellado al instante entre las ruedas de ese tráiler inmenso. Entramos en el puerto, poco tráfico, todo el mundo pasa y a nosotros los únicos que nos paran, nos apartan de la cola y nos registran el coche de arriba a abajo. Ruedas, depósito de la gasola, maletero, rueda de repuesto, maletas, y al final los perros antidroga. Y el mafioso de la aduana, venga a preguntar en mal español:¿Dónde droga? el cabrón sabía que no teníamos droga, pero estaba esperando la mordida. Dos horas nos retuvo hasta que nos dejó marchar. Dinero no pilló ni un dirham, por gilipollas. Os aseguro que no es un rato agradable, porque ellos mismos te meten la droga y la has cagado. Os juro por mis muertos que cuando llegué a Tarifa y vi a los picoletos me entraron ganas de llorar y de abrazarlos. Me parecieron un dechado de virtudes, educación y más blanditos que Bambi.
Mañana seguiré, querídisimos lectores, con las conclusiones, porque a pesar de todo lo dicho, Marruecos me recuerda un huevo a España.

2 comments:

Uno Más. said...

Desde mi apostadero veo mucha gente que va y viene a ese país tan lejano que veo ahora mismo desde mi ventana. Dentro de una hora las luz del faro de Ceuta centelleará el horizonte, hora si, hora si...hora si, ya no, ya no..ya no.....hora si, otra vez, otra vez...

Les pregunto a todos los que se cruzan delante mía si detecto ganas de hablar, o contarme de su viaje por Marruecos. Y después de tantos testimonios he podido subdibidir sus reacciones en dos subgrupos.

1)Los Gringos, Ukitos, Bárbaros y primos lejanos de otros paises ricos. Antes de explicarte sobre ellos, déjame decirte que me sorprenden la iniciativa y la decisión de yogurcitas de limón, jóvenes castoras de Illinois o Shefield por ejemplo, que mochila al hombro cogen las tías (y tíos) y se van a Marruecos con su pasaporte de USA o de British Citizens a conocer Marruecos por su cuenta...con 18 años recién cumplidos y con dos cojones, tengo que reconocer.El día anterior quizás me han preguntado para salir por mi ciudad, si es peligrosa...

Bueno, este primer subgrupo por lo general viene flipando en colores. Como si hubieran vivido una película o hubieran ido a un Zoo humano...después dejan postales que enviar al otro lado del océano con sus comentarios maravillosos sobre la experiencia. ¨Tumorrou nos vamossss a Ronda.Adiós blanca flor.Kiss my love¨

2)Los españoles...vienen descorazonados tras ver tanta miseria.Los niños...los niños pidiendo, terrible. Suciedad, subdesarrollo,¡¡Tercer Mundo!! España hace 40 años.No son tantos años. En realidad, esa es la razón que a mi se me antoja como la culpable de que los españoles lo pasen regular en sus viajes.

Aún tenemos demasiado fresco en nuestro ADN el horror. Hace días leí la carta que un cura de mi pueblo le envió al mismísimo Franco en el año 1954. Denunciaba pidiendo caridad y clemencia la situación infrahumana de cientos de niños en las calles, pidiendo limosna, desasistidos, durmiendo en la arena,abandonados a su suerte. No hace tanto que quitaron a ese cura de en medio, menos de 50 años.Yo viví la transición con ojos de niño viendo a mis padres besar el pan cada vez que se caía al suelo, y hasta hoy no me daba cuenta de lo que hacían.

Mi parient por desgracia también es rubia, sólo que con ojos azules y no verdes.Muchas veces me pregutan si yo he estado en Marruecos y siempre contesto ¨No, es mes que viene...¨


Gracias por seguir tras tu trinchera,ompare.

danicurri said...

me recuerda a un par de conocidos, uno yanki de Florida, Jeff, y la otra alemana, Anne, que se alargaron a Marruecos desde San Pedro una semana; estos sí que vinieron de un viaje al pasado, porque aunque Marruecos es subdesarrollado, los españoles, como bien dices, no hace tanto que sufríamos la misma situación de hambre, de niños de 8 añitos vendiendo manzanas en la playa doce horas al día por cuatro perras gordas, de emigración masiva a la rica Europa norteña porque aquí no había nada(excepto para los amigos del régimen).
Muy acertado lo de las jovencitas anglosajonas mochileras que parecen inocentes e indefensas,demasiado civilizadas y que nos hacen sentir cierta compasión por ellas pero que no se arredran ante nada y después del viaje descubrimos que se las han arreglado mejor que incluso nosotros.
un saludo compañero, avante toda.