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Sunday, June 12, 2016




15 JUNIO 2016

    Uno, que es español a carta cabal, se horroriza por igual de las izquierdas y de las derechas, algo así a modo de un Chaves Nogales de hogaño: no me representan en absoluto los fachas de Madrid (por poner un ejemplo) con la bandera rojigualda con el aguilucho estampado así como me espantan los nacionalistas de toda ralea que, por ejemplo, invitan al despreciable Otegui al parlamento catalán.
    Gracias a desperdicios humanos como Otegui, la barbarie etarra fue capaz de matar, asesinar y secuestrar durante muchos años a seres humanos con hijos, mujeres, padres, etc.
    Nada más natural que los antiespañoles, la CUP y Convergencia y Podemos también, le abran las puertas del parlamento catalán; el único programa de estos partidos es la ruptura con España, amén de vaguedades, promesas imposibles de cumplir del tipo independencia.
    ¿Quién se responsabilizará de la frustración de los ilusos, engañados por estos trileros, una vez que el humo se disipe? Tardá, Rufián, Puigdemont, etc. Seguro que no.
    Se va percibiendo ya, como una tormenta que se acerca, cierta violencia antiespañola, que es la vía de escape de los frustrados ante la carencia de resultados tangibles independentistas; todo se queda en palabras, discursos grandilocuentes, promesas de sueños irrealizables que mantienen al populacho embobado por falta de sentido crítico, de tener los dos pies bien plantados en el suelo y caminar lento, seguro, pisando fuerte.
    Así, a mi entender, es como se hace la política: a la manera inglesa. Con un pragmatismo insobornable, con planes claros, determinados, consensuados, y, sobretodo, poco a poco.
    No con castillos en el aire, con ilusiones de independencia, con hojas de ruta en 18 meses mientras el pueblo en la calle no lo pide; son los que mi admirado Jesús Pabón llamaría maximalistas porque siempre quieren más y más. Nunca han deseado ni desean el acuerdo, sino la ruptura.
    Son los idealistas, los que tienen la cabeza en las nubes y caminan con los pies embarrados por el fango. Promesas irrealizables por quiméricas, imposibles, que embelesan a muchos ilusos, ignorantes cuyo punto de impulso es el agravio.
    Y éramos pocos y parió la abuela: Podemos se apunta al referéndum. Pobres idiotas, ilusos. La Historia con mayúsculas los juzgará. Ignoran muchas cosas, entre ellas la perspectiva histórica.
    Ignoran que su referéndum es de todo punto imposible, que nunca se podría celebrar. Si se celebrara, será el comienzo de los problemas de verdad, serios, no el final como ellos se imaginan.