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Sunday, February 19, 2017


                                                   TIEMPO DE OPROBIO


    


    Laura y Ximo formaban el matrimonio perfecto pero de los de verdad, no como los de las revistas de famosos que nos mostraban a Brad Pitt y Angelina Jolie como una pareja a imitar durante muchos años para luego enterarnos de que se odiaban a muerte.
    Laura y Ximo llevaban nueve años casados y habían tenido tres hijos, a saber: Daniela, de ocho, Gema de seis y Jordi de tres. Formaban una pareja realmente bien avenida porque se amaban intensamente pero sin alharacas, sin ostentosas demostraciones publicas de besuqueos y manoseos que en muchas parejas era mas apariencia que otra cosa. Se amaban y respetaban tanto que no celebraban San Valentín porque cada día del año era un pequeño san valentín para ellos donde se regalaban besos, amor y respeto mutuo.
    Cada tarde cuando comenzaba el buen tiempo la familia entera salía a pasear con el perrito  pekinés por las huertas que rodeaban su pequeño pueblo; saludaban a los vecinos cordialmente sin entretenerse demasiado con ellos mientras los niños correteaban alrededor riendo y persiguiendo al perrito. Los días se alargaban mas y mas a medida que avanzaba la primavera y el sol brillaba luminoso colgado de un cielo azul turquesa.
    Pero también, invariablemente, como un ritual sagrado, Laura se detenía cada tarde ante la huerta del Tío Palomo mientras desarrollaba las labores rutinarias del hortelano: cavaba la tierra, limpiaba las malas hierbas, recolectaba tomates, etc. Laura se lo quedaba mirando un rato detenidamente, con los ojos encharcados de lagrimas, absolutamente muda, mientras el Tío Palomo hacia sus quehaceres ignorante de que lo observaban; cuando se daba cuenta de que lo observaban era cuando Laura se le acercaba, serena, casi como hipnotizada, y le cogía las manos al Tío Palomo y lo miraba detenidamente por un buen espacio de tiempo completamente muda, con los ojos lacrimosos y un esbozo de sonrisa que no llegaba a dibujarse por completo en su cara. Luego, cuando parecía que el hechizo desaparecía, le propinaba un abrazo largo, profundo, y se despedía mientras obligaba a sus tres hijos, especialmente a la mayor, Daniela, a saludar al Tío Palomo personalmente; les conminaba a algún tipo de gesto cariñoso, un beso, una caricia, algo; los niños accedían desganadamente porque el Tío Palomo, para quien no lo conociera, podía dar la impresión de ser una persona rara, especialmente para un niño: pelo y barba larga, rizada, descuidada, vestía ropa vieja de muchos años, la viva imagen que todos tenemos de un naúfrago, un robison crusoe. Vivía en la misma huerta que cultivaba en un cobertizo de chapas y plástico, y se rumoreaban historias sobre él en el pueblo que había penado muchos años de cárcel de joven por atracar bancos.
    Daniela había alcanzado la edad de preguntarse muchas cosas, y no cejaba de preguntarle a su madre quien era ese hombre tan raro y por qué tenia que darle un beso, que le daba miedo y olía mal:
- Daniela, cariño, gracias a ese hombre estáis tú y tus hermanos aquí en este mundo - Daniela la miraba sin entender nada y con un temor insondable en sus ojos.
- una noche, antes de nacer vosotros y conocer a vuestro padre, caminaba justo por aquí de noche de vuelta de la feria del pueblo y un hombre malo me había estado siguiendo y justo aquí me ataco por la espalda, me tumbó por la fuerza al suelo y se sentó con toda su fuerza encima mío con sus manos en mi cuello con la intención de estrangularme; gracias a que el Tío Palomo oyó mis gemidos, casi estertores de muerte ya, estoy viva; este señor tan valiente se atrevió a salir de su cabaña e interesarse de verdad por mi: se enfrento al hombre malo cuando este no quería soltarme y logro espantarlo con el azadón en la mano. Cuando llamamos a la policía dio su descripción detallada y la de su coche y descubrimos posteriormente que era el responsable del asesinato y posterior violación de cinco chicas de la zona durante el ultimo año.