My Blog List

Saturday, September 27, 2014


                                                           UN PATO SIN CABEZA

   Tendría yo unos ocho años y estaba en la vieja cocina de mi casa mirando a mi madre con un pato vivo en el fregadero; se disponía a cortarle el pescuezo ahí mismo para que el chorro de sangre fluyera directamente al desague. Acto seguido de cercenarle el largo cuello que tienen los patos, éste, con una fuerza inaudita, aleteó con toda la fuerza que le da la cercanía de la muerte, pillando a mi madre desprevenida, lo que resultó en que el pato, sin cabeza, saliera a correr enloquecido por todo lo largo de la cocina, del pasillo y del salón, dándose trompazos el pobre con las paredes y poniéndolo todo manchado de sangre. Fue ésta una carrera loca, suicida, atropellada y patética porque el pato no tenía cabeza en sentido literal, y duró más de lo que uno pueda imaginarse.

   Hay países que discurren por el mundo precisamente como patos sin cabeza, y se conducen de manera torpe, alocada, chocándose una y otra vez contra los mismos objetos y manchando todo lo que tienen a su alrededor. Son países patéticos, ridículos en su mayoría, y se obstinan en una carrera suicida contra todos, pero principalmente contra sí mismos. Barrunto, desafortunadamente, que hay más países que se conducen así que los que se conducen de una manera más normal, como si fueran patos también, pero con cabeza, por seguir con la analogía simplona.
    A mi modesto entender, la principal característica que asemeja a los países como "patos sin cabeza", es la ignorancia suicida que se empeñan en repetir una y otra vez a lo largo de los siglos. Porque se puede ser ignorante pero no suicida, de hecho hay muchos países así, pero cuando hermanas a la ignorancia con el suicidio, en el sentido de crueldad innecesaria, caminas como el pato sin cabeza de mi infancia.
    Creo que no hace falta mencionar que España, por supuesto, está entre uno de esos países suicidas, que chocan y chocan una y otra vez, a lo largo de los siglos, contra los mismos objetos. Entre los pocos amigos que todavía me soportan, nadie comparte esta opinión, mezcla de un optimismo pueril con una cultura de poquitos libros. Siempre he sostenido que España no tiene solución, porque, parafraseando a Ortega, está incurablemente enferma desde el embarazo.
    Que, por poner un ejemplo entre no muchos, sino muchísimos, nadie conozca a un héroe como Francisco de Cuéllar, es de una ignorancia suicida. Me juego el cuello a que, el 99.9% de los españoles, o sea, 999 de cada 1.000, no ha escuchado ni de lejos al sujeto. Y lo peor es que si alguien llegara a leer este artículo, le seguiría importando un pimiento el tal Cuéllar de los cojones, porque no hay ganas de aprender.
    No me voy a poner a explicar aquí quién fue ése tal Cuéllar, porque está en la wikipedia, pero lo que sí quiero explicar es que nadie se queje de tengamos un país tan cutre, donde todo el mundo roba, desde los políticos hasta el que va a un hotel y se manga una toalla, donde se cobra tan poco, donde cada cual se lame su propio cipote sin importarle el prójimo, donde un tío que le da patadas a un balón gana 20 millones de euros y el que echa 60 horas semanales gana 1.000. Porque que quede claro que todo está relacionado, que nada ocurre por casualidad, y que a mi entender, el ignorar quién fue, por ej, Cuéllar, está relacionado con que nuestro trabajo esté escasamente retribuido.
    Y es que nos empeñamos en ser cutres, y pardiez, a fe que lo conseguimos.