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Saturday, January 29, 2011

LA GUERRA CIVIL


Me resulta muy difícil hablar sobre este tema, la verdad. Se me hace un nudo en la garganta que no me permite apenas balbucear frases inconexas, que nubla mi mente y me hace desviarme del camino. Se trata de la Guerra Civil española. Es un asunto que no está superado. Está atascado en el esófago de la sociedad española, un bolo podrido que dificulta el paso del resto de los alimentos. La forma de desatascar este bolo, que debería ser la del estudio, el examen concienzudo del paciente, la toma de radiografías para saber dónde está exactamente para proceder a su inmediata extracción, no se ha dado y se ha optado por obviar el tapón que medio nos asfixia con la ingenua ambición de que olvidando una enfermedad se curará sola.
Una de las pruebas de que la Guerra Civil no se ha digerido bien es el de las suspicacias que levanta. Cualquiera que se salga del guión establecido, de los lugares comunes, del camino hollado por todo el mundo, es vilipendiado, linchado mediáticamente, amenazado de muerte, etc. Si fuera un problema resuelto, esto no pasaría, sino que las opiniones se tasarían según su valor y serían admitidas o rechazadas según corresponda, pero sin ningún tipo de acritud. A mí mismo, si me leyera alguien, me amenazarían bien desde un lado o desde el contrario, por el simple hecho de que mis argumentos no se ajustan a los suyos. De hecho, a pesar de que me leen cuatro gatos, ya me ha costado como mínimo un par de pérdidas de contactos en el facebook. Me la suda, francamente, pero imaginarse si me leyeran millones como al Pérez Reverte o a uno de esos. Es que no podría ni salir de casa. Algo parecido a lo que le pasó a Rushdie con la fatwa musulmana que le endiñaron.
Mi intención es contar la verdad y la verdad, como suele decirse, duele. Y en este caso, mucho. Llevo un par de meses con una especie de desazón, malestar y asqueo porque la principal impresión que saco sobre la Guerra Civil es que no hubo héroes. Todos fueron malos. Y eso jode. Crecí con la idea de que los republicanos eran cultos, civilizados, valientes que lucharon por la libertad contra unos fascistas crueles, bárbaros, sucios y traidores que sumieron a España en una noche oscura durante 35 años. Eso me daba cierto consuelo de que hubo gente cabal que luchaba por la libertad, por la paz, que tenían principios humanitarios, aunque perdieran la guerra. Era una pena pero bueno, al final, me consolaba con que la verdad, la justicia, era algo por lo que merecía la pena luchar y, llegado el caso, morir. Y ahora me doy cuenta de que sólo la segunda parte de la fórmula es acertada. O sea, que en ambos bandos lo que predominó fue la barbarie, el asesinato, la violación, el robo, la venganza. En definitiva, los instintos más bajos, más crueles del ser humano, que olvidó cientos de años de civilización para volver desde la caverna a ajustar cuentas. El diablo se enseñoreó por España babeando bilis, sonriendo a mandíbula batiente orgulloso desde el infierno al ver cómo hermanos se masacraban entre si.
Hay dos libros, cada uno escrito desde una orilla, que te hacen ver las infamias cometidas: "Doy fe", por el bando rojo y "Madrid de corte a checa", por el bando fascista. No recomiendo a nadie su lectura si no es con receta médica. Te dejan una angustia, un nosequé en el estómago que te dan ganas de mandar todo a la mierda, de no traer niños a este puto mundo que hemos creado, porque es como parir terneritos en un matadero.
"Doy fe" fue escrito por un secretario notarial republicano en el Burgos tomado por los fascistas, con el general Mola a la cabeza. Cuenta con precisión notarial las ejecuciones acaecidas en esa ciudad provinciana, moralizadora, pacata, en contra de los rojos. Secuestros, registros, robos en casas para que los rojos fueran llevados a descampados o cunetas a ser asesinados mediante un tiro en la nuca. Luego abandonados allí como perros. Cualquiera que no demostrara ser un fascista radical, era susceptible de ser ejecutado, sus pertenencias requisadas y su nombre mancillado. Existía un auténtico aparato de estado encargado de señalar a las víctimas, de secuestrarlas y de asesinarlas para a continuación premiar a los responsables. La columna del siniestro Albiñana era una de las más feroces. Todo dios levantaba la mano derecha con la palma abierta a su paso, iba a la iglesia los domingos, delataban a los vecinos con objeto de parecer mas afines a la causa y de salvar el pellejo de camino.
El otro libro, "Madrid de corte a checa", es una novela como la copa de un pino. Y narra las mismas atrocidades pero al contrario y en el Madrid republicano. Qué bien escribe Foxá, falangista confeso, las atrocidades cometidas por los rojos en Madrid nada más conocerse el levantamiento franquista. Qué terror, horror, tan indescriptible, que anida en cada uno de nosotros se sintió desde el primer día cuando las siniestras FAI, CNT, POUM, y demás canalla saqueaban las casas, robaban todo lo que podían de camino y llevaban a los infelices a sitios tales como la Casa de Campo, El campo del moro, para ser fusilados con un tiro en la nuca. Movidos por la envidia, la codicia, la crueldad, sacrificaban a aquel por tener bigote, al otro porque leía el ABC, a este porque era cura,etc. Los asesinatos en masa (¡unos 300 diarios!), los acompañaban de comentarios soeces, sarcásticos (comparando las ejecuciones con corridas o a los muertos con conejos), para luego presumir de ello en la tasca. El terror soviético, encabezado por el embajador ruso Rosenberg, llenó Madrid de checas, o sea, de centros de detención desde donde se dirigía toda esta siniestra maquinaria asesina y criminal. Las iglesias se quemaron, a las monjas se las violaron, se suprimieron palabras como "adiós", "si Dios quiere", fiestas como la Navidad y la Semana Santa porque los comunistas eran ateos. De la misma forma, el saludo con el puño cerrado se convirtió en obligatorio, todos eran "camaradas", para parecer lo más rojo posible. Foxá ajusta cuentas con quienes urdieron tamaña barbarie, desde Azaña a Largo Caballero, pasando por Alberti y Neruda, por su anuencia cómplice y cobarde con los crímenes. Su retrato del siniestro García Atadell es espeluznante, cuya compañía de soldados sembró de pánico Madrid entero. Qué gran novelista, desenmascarador de la barbarie republicana cuyo única ambición fue la de apropiarse de todos los bienes que no pudieron gozar por las buenas.
No me parece de recibo que desde la muerte de Franco, se esté mediatizando a los españoles, influenciándolos, para que tomen el bando rojo como el bueno. Estoy hasta los huevos de películas, teleseries y programas de radio donde se presenta a unos republicanos guapos, jovenes, enamorados y valientes luchando ante el inculto y bárbaro fascismo. Es engañarlos. Siempre es mejor decir la verdad, aunque duela. Y la verdad, como he dicho antes, es que ambos bandos fueron crueles, asesinos y criminales. Así de simple.
Porque ya sabemos que el que desconoce la Historia, acaba por repetirla, y en España, el 90% de la peña no ha leído una línea sobre la Guerra Civil, lo que significa que toda esta gran masa de españoles se cree lo que ve en la tele. Ya está bien de maniqueismos, joder.
Si el pueblo español estuviera informado, Santiago Carrillo no sería un viejecito honorable cuya presencia se reclama en tele y radio para dar sesudas opiniones democráticas; a Carrillo se le tendría por lo que es, el responsable de la ejecución de 4000 personas en Paracuellos del Jarama presuntamente fascistas.

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