My Blog List

Thursday, January 27, 2011

DIFERENCIAS SUTILES


Hace algún tiempo leí un librito delicioso del gran Harry Flashman, teniente de artillería del ejército británico en su época más gloriosa, mediados del s.XIX, sobre una expedición militar de castigo realizada contra un tiranozuelo sito en Magdala, una ciudad amurallada de Etiopía. El alto mando british se decidió a llevar a cabo dicha expedición punitiva aún a sabiendas de que iba a ser ruinosa económicamente y en el peor de los casos, si resultaba un desastre en pérdidas humanas, podía formarse, gracias a la influyente opinión pública británica, una inmensa pelota de nieve que arrollara al propio gobierno que se decidió a emprender tamaña expedición. Porque la excursioncita hacia el corazón de Etiopía en 1868, con unos 4000 soldados, no sé cuantos porteadores y el bagaje que necesita dicho cuerpo, no era moco de pavo, como pueden suponer los millones de lectores que tengo. Víveres, armas, cañones, fusiles y, muchos miles de monedas de plata para sobornar a las tribus vecinas, hace necesario una cantidad de burros, camellos y demás bestias realmente ingente. El caso es que la operación, tras detenido estudio, fue autorizada.
Y os preguntaréis por qué arriesgaron los británicos their asses, qué pintaban en una Etiopía que no era ni siquiera medieval según los cánones europeos y se adentraron en una región escasamente hollada antes por el hombre blanco. Simple y llanamente por JUSTICIA, así, en mayúsculas. Porque donde no llega la divina o tarda mucho, hay que emplear la humana.
Un grupo de ciudadanos europeos, entre ellos varios británicos, habían sido apresados, engrilletados y encarcelados por el cacique local, un tirano cruel, arbitrario y asesino de miles de sus compatriotas por el mero hecho de mirarle a los ojos, no dejarse sacrificar por los dioses o cosas así. Este loco solicitaba un rescate desorbitado al Imperio Británico por salvar las vidas de sus compatriotas bajo la amenaza de torturarlos y sacrificarlos a su dios.
Ése fue el casus belli que espoleó al gran Imperio Británico para poner en marcha toda su maquinaria bélica, la mejor del mundo en aquel entonces, arribar al confín del mundo y derrocar al dictadorzuelo etíope. Tras varios meses de campaña, pudieron pescar al tirano, derrocarlo y liberar a sus ciudadanos y ¿sabes qué? en mi opinión les asistía la razón, la ley universal no escrita de salvaguardar lo más preciado, que es una vida humana, y mereció la pena todo el esfuerzo belico, ecónomico y humano. La dignidad británica, y mundial si me apuras, había vencido a la injusticia. Hoy día, ese episodio es recordado en GB como una gran hazaña, sus autores son considerados héroes y se añora esa época donde la vida humana contaba más que el dinero, el miedo o la corrección política.
Sólo diez años antes, en otro episodio ignorado por la peña en España, unos padres franciscanos españoles y franceses estaban siendo masacrados en la Cochinchina, lo que hoy es Vietnam, Laos y todo eso. Apresados, torturados y decapitados por el simple hecho de propalar la ley de Dios. Los chinos, incrédulos de que una persona como un Franciscano pueda dejarlo todo atrás para asistir a los menesterosos, los tomaban por agentes secretos de las potencias extranjeras, y por eso los masacraban. Los franchutes, habían mandado varias expediciones de aviso, de amenaza para intentar disuadir a los orientales de que cesaran de aniquilar a los curitas. Firmaron un pacto de no agresión incluso, comprometiéndose el Imperio Annamita de proteger las vidas de todos aquellos extranjeros que pululasen por su territorio. Pero que si quieres arroz Catalina. Sólo sirvió para empeorar las cosas, porque reafirmaron a los chinos de que eran agentes secretos ya que recibían el apoyo militar de sus países de origen, en este caso Francia y España. Cuando estos dos últimos países decidieron no tolerar ni una agresión más en contra de sus ciudadanos, montaron una expedición de castigo desde Filipinas, que entonces era aún colonia española. Les dieron para el pelo a los chinitos, haciéndoles conscientes de su gran retraso en cuestiones militares y de que si no se atienen por las buenas, será por las malas.
Hace unos años, un grupo de moritos ocuparon una isla deshabitada propiedad de España, plantaron la bandera alauita y esperaron acontecimientos. Todos sabemos cómo acabó aquello, pero yo me sentí orgulloso de nuestro ejército por haber cumplido su trabajo, que es defender la soberanía del territorio, sea la Gran Vía madrileña o sea un islote con sólo cabras triscando entre el perejil. Por supuesto, la operación fue largamente criticada, con argumentos tan de peso como que en la isla sólo hay cabras o que fueron cuatro moritos con una gumía los que la ocuparon. Como si eso fuera el quid de la cuestión. Pero es de las escasísimas veces de las que te puedes sentir orgulloso dentro de la larga lista de iniquidades de la Historia española.
Todo este rollo viene a cuento de la última operación militar de Corea del Sur, la única democracia de la zona, en contra de los piratas somalíes, a los que han desarmado, apresado y llevados a Corea para ser juzgados. Durante la operación, los coreanos mataron a varios piratas y volaron el barco pirata para que a nadie se le ocurra volver a usarlo. Si yo fuera pirata somalí, me pensaría muy mucho el abordar un barco coreano y dirigiría mis miras hacia aquellos barcos cuyos ejércitos que les representan siempre llegan tarde aunque dispongan de unas fragatas modernísimas, nunca apresan a ningún pirata no vaya a ser que lesionen sus derechos y además pagan muchos millones en el rescate. ¿Les suena a algo la historia?

2 comments:

José Miguel Domínguez Leal said...

más razón que un santo, Danicurri. Ser turista español fuera de Europa y contornos se está volviendo peligroso por las razones que comentas.
Saludos.

danicurri said...

normal si pagamos más pasta y más pronto que nadie y además no disparamos porque no vayamos a acertar...