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Sunday, April 04, 2010

A MI LA LEGIÓN


Cada año me gusta más la Semana Santa. Me considero, desafortunadamente para mí, un completo ignorante de la semana de Pasión, debido a mi desprecio absoluto de todo lo religioso durante mis años mozos. Ahora lo lamento profundamente. Ignoro muchas cosas de la Semana Santa que me gustaría saber, se me escapan muchísimos significados, matices de la liturgia católica.
El Jueves y el Viernes Santo asistí a las procesiones de San Pedro, el pueblecito donde vivo. Para un sevillano como yo, donde la Semana Santa es una auténtica pasión, una locura cuerda colectiva que funciona a las mil maravillas, la Semana Santa de san Pedro es humilde, como de tercera división. Pero tiene encanto, mucho encanto. Como digo, cada año la disfruto más y me voy sintiendo parte de ella.
Me entretuve observando la Banda Municipal de Ubrique, el Jueves Santo, que había sido invitada a tocar en el pueblo. ¿ Qué mueve a chavales con la cara punteada de acné, a setentones que más están para sopitas en la mesa camilla a pegarse varias horas de viaje en autobús, luego otro buen rato de pie, trajeados, cargando con sus instrumentos musicales bajo la atenta mirada de todo un pueblo? Lo ignoro también, pero debe ser algo grande que les llegue bien dentro.
Me recordaba mucho a la Sicilia de El Padrino. Mujeres de negro con mantilla, muy aseadas y guapas, un poco coquetas porque la falda va sobre la rodilla; zagalones de la banda con trajes mal llevados,antiguos ya desde hace muchos años, corbatas desabrochadas, aros en las orejas, pelos oxigenados de amarillo canario,haciendo llevadera la espera gastándose bromas entre ellos y riéndose de los abueletes de la banda; monaguillos de rojo con delantal blanco siguiendo al párroco en dos filas desiguales. Nunca he estado en Sicilia, pero es tal y como la retrató Coppola en Corleone y en Little Italy.
El Viernes Santo era el plato fuerte: La Legión. Yo y la parienta desde nuestro abrevadero favorito, el Bar Ramírez, que hace esquina con la calle del medio y la Plaza de la Iglesia. Cañas frescas y tortillitas de bacalao a precios económicos. Desde primeras horas de la tarde los lejía están enseñoreándose por el pueblo, llenando la bodega de zumo de cebada, haciéndose afotos con los niños que miran extasiados a esos señores con barbas o perillas largas,de chivo pero bien cuidadas, que llevan unos disfraces verde aceituna de mesa, muñequeras blancas exageradamente largas, cornetín, gorrito ridículamente pequeño a la nuca, y muchos cintas, correas, bandas por todo el cuerpo. Y luego el fusil. Supongo que será un cetme (aparte del Kalashnikov, es el único que conozco). Parece como de plástico, de juguete, verde también a tono con el uniforme. Hacen guardia toda la tarde ante la Virgen. Dos a los lados y uno al centro. Tiesos como palos, con la barbilla hacia el cielo unos 45 grados y el fusil a un lado con la culata apoyada en el suelo. Venga afotos ( yo entre ellos). Forman una estampa simpática, tipical spanish dirán los guiris. Para los guiris es completamente imposible que algo así pase en su país. El ejército está totalmente desligado de la sociedad civil. En Inglaterra, la poli no lleva ni pistola, no vaya a ser que la usen. Imposible el ejército desfilando por las calles en la sociedad más civil del mundo. Sería visto como una amenaza. Desventajas que tiene el progreso. España, al ser medio salvaje, tiene muchos inconvenientes pero algunas ventajas, como el ver desfilar a los legionarios por las calles de tu pueblo.
En San Pedro vienen a paso ligerísimo por la calle del medio hasta la Plaza de la Iglesia por el pasillo estrecho que le hace la gente. Vítores y aplausos cuando llegan a la Virgen, la escoltan y empiezan la exhibición de banderolas, cornetines y fusiles pasándoselos de brazo en brazo y de soldado a soldado. Más aplausos y un cierto sentimiento de orgullo me recorrió la columna observando a los descendientes de los Tercios de Flandes o de los guerrilleros contra el francés. Estos son los mismos que caían o huían como conejos ante los ejércitos del Mariscal Murat pero que degollaban al franchute rezagado. No son legionarios a tiempo completo, porque un par de ellos son albañiles en paro vecinos míos y otro grandullón simplón es el camarero de una cafetería. Supongo que habrían servido en la Legión en sus años mozos y cada año recuerdan viejos laureles por su pueblo. Loable conducta sin duda. El español, por su pueblo,es capaz de dar la vida. La mayoría de los lejía no cumplirán los treinta, pero se ve algún pimpollo de apenas dieciocho empujado quizás por el alpiste y el catre gratis para burlar las cornadas de la crisis. Hay incluso mujeres, y todos entonan el "soy el novio de la muerte..." apenas audible por culpa de la preponderancia de los dichosos cornetines más desafinados que otra cosa.
Por último los pasos, primero el Cristo, postrado, muerto ya camino del cementerio en su particular Via Crucis, y luego la Virgen, con manto negro de luto. Toca la banda municipal, esta vez de Málaga, y toca bien, pausado, melodioso que mece rítmicamente a ambos pasos. La pari y yo dejamos la tasca y los seguimos un buen trecho hasta que nos cansamos .Los politicuchos por el medio, ensuciándolo todo con sus manazas aunque lleven guantes de nilon, y , como dice el gran Paco Robles, la Semana Santa funciona tan rematadamente bien porque los políticos no meten sus zarpas en ella.

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