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Wednesday, December 09, 2009

LA PARADA DE LOS MONSTRUOS


Todavía hoy, por lo menos diez años después, recuerdo el estremecimiento que me produjo el final de "Freaks, la parada de los monstruos", esa terroríficamente estupenda película en la que la guapa protagonista, tras casarse con un enano feo y cabezón e intentar envenenarlo para conseguir su dinero y largarse con el fortachòn Hércules ( la peli está ambientada en un circo), es mutilada por el resto de los actores del circo hasta convertirla en un engendro expuesto al escarnio público. Para los que no la habéis visto, corred a verla y agarrarse los machos, porque la peli es de órdago. La piel se te eriza como a un gato, y sientes una mescolanza de sensaciones que oscilan entre el bienestar por haberse hecho justicia y una gran desazón y pena porque el mundo, la vida, se convierte en un infierno cuando menos te lo esperas.
El otro día esperaba en un semáforo y tuve una sensación parecida a la que cuento aquí cuando ví a un engendro, una aberración genética parecido a una persona acercarse a mi ventanilla con un cartel en el que se leía en mal español que "paso ambre, tengo sinco ijos y nada de comer" o algo así; se apoyaba en una muleta y andaba por entre los coches bamboleándose exageradamente a un lado y a otro porque una pierna la tenía cercenada a la altura de la rodilla de donde le colgaba un horrible muñón malísimamente rematado y remendado. Le dí unas monedas sin mirarle a la cara porque no me atreví a enfrentarme a su mirada.
Pasaron los días y encontré a otro de estos horrendos personajes en otro sitio: a lo lejos parecía un crío de unos 8 ó 10 años pero cuando me acerqué era un hombre de 1,50 m. de altura,de unos 50 años con un mostachito y una cabecita propia de un crío sujetado por dos piernecitas delgadísimas y abiertas a la altura de las rodillas formando un ángulo imposible. Andaba como un pato mareado, dando unas zancadas propias de una cigüeña y haciendo que el cuerpo moviera las piernas en lugar de que éstas movieran el cuerpo. Más parecían un estorbo para andar que realmente una ayuda. Temía que se acercara a mí pero por suerte se fue a otro coche. Luego vi a otro a lo lejos en otro semáforo mientras pasaba sin que pudiera vislumbrar a ciencia cierta qué tipo de deformidad soportaba.
Esto también es Marbella, no sólo Bentleys, Roll Royces, Ferraris, mansiones, Prada, sino esta Parada de los monstruos en los que unos individuos manejados por mafias son expuestos para apelar a la caridad humana y así sacar unos cuartos.

2 comments:

Daniel Ruiz García said...

Es la falta de costumbre, supongo, pero cuando te cruzas con uno de estos penosos engendros ya nunca lo olvidas. Nunca olvidaré a un hombre con la cara entera oculta por unos bultos informes que marcó mi primera visita a Lisboa, hasta el punto de que cada vez que pienso en esa ciudad no puedo borrar la imagen de ese tipo.

alzor said...

Por favor no los llames engendros, mejor con malas formaciones. gracias