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Sunday, November 08, 2009


La ventaja que tiene el que nadie (o casi) nadie te lea es que puedes criticar a diestro y siniestro, repartir estopa a mansalva y nadie se entera.
Hoy tenía ganas de arreglarle las cuentas a los camareros, españoles para más señas, que a mi juicio, están entre los más malos del Universo. Me parece a mí que el camarero español es el único del mundo que es más chulo, más macarra y más maleducado que el cliente.
En mi pueblo, los mejores son bares regentados por extranjeros, en concreto dos holandeses y un argentino; bueno, hay alguno español, pero la proporción es alarmantemente baja.
Anécdotas, miles: aquí en el pueblo de la costa, había un camarero jerezano, cincuentón, con bigote, socialista hasta la náusea, que le molestaba que yo fuera a su bar a tomarme una caña con el ABC; nunca me dijo nada directamente, presumo porque mis 1,90 m de altura imponen, pero lo escuchaba rumiar contra el PP y todo lo que le sonara a "Ansar", sin duda buscándome las cosquillas. Os juro que si pudiera, me "afusilaba" en el paredón por facha. Este mismo elemento salió de detrás de la barra y se encaró un día con un cliente por un quítame allá esas pajas. Me daba pena por su hijo, un chaval de veintitantos que curraba allí con él y se avergonzaba de lo capullo que era su viejo. Huelga decir que desde la escenita a lo John Wayne nunca volví al bar y que me alegré cuando tuvo que echar el cierre poco después. Le está bien empleado por subnormal. Eso sí, una lástima porque las birritas las echaba bien el carajote.
Ese mismo bar lo tomó otro pavo, y volví a ir por lo de las cervezas y porque desde la terraza podía curiosear a mis anchas; pues llevaba yendo varios meses casi todos los días y todo bien ( obviando la falta de uniforme de las camareras, que van vestidas a lo grunge-punkie con tatuajes hasta en sálvese la parte) hasta que llega la feria del pueblo, me pillo una mesa en la terraza con la parienta y los suegros, me sirve un camarero nuevo y cuando me trae la cuenta me clavan 5 leuros de más; entro, me ve la camarera de siempre y se pone colorada diciendo que pensaba que mi mesa era de guiris. Con dos cojones. Por supuesto me devolvió la diferencia y otro bar que ya no vuelvo a pisar.
El otro día en el aeropuerto de la capital me sentí avergonzado de ser del mismo país de los gilipollas bordes camareros/as que disfrutan no hablando inglés(en una ciudad que es epicentro del turismo nacional donde miles de turistas entran y salen cada día y donde casi todo dios vive del guiri), siendo groseros, y encima creyéndose o que son graciosos o que tienen dos cojones; que panda de catetos, por Dios. Una señora inglesa a mi lado, que había pedido un capuccino grande y le habían puesto uno mediano cuando dijo educadamente "excuse me, but I wanted a big one" el chimpancé de detrás de la barra le gruñó algo en español en un tono que ni a un perro; la mujer, guiri pero no tonta, se puso colorada pensando seguramente si había dicho algo malo a los supersticiosos españoles. Todo eso por no mencionar la cara de cuerno de los camareros, la falta de sonrisa, o si no quieren sonreir, al menos intentarlo, o ser un poquito amables.
Podría seguir contando historietas hasta rellenar varios páginas, pero no quiero cansar a los millones de lectores que me siguen; lo que sí diré es que he estado en varios países extranjeros (Italia, Marruecos, Bélgica, Holanda y Finlandia) y allí el cliente, en principio, es alguien a quien respetar, tratar con educación y hacerlo sentir bien para que vuelva otra vez. Por descontado con camareros uniformados (en España, para encontrar un camarero uniformado tienes que ir a un restaurante caro, sin duda porque pensamos que es de fachas que los camareros lleven uniformes) que no te tratan ni con demasiada familiaridad ( como odio el palmetazo en la espalda del típico camarero español a la vez que te suelta:" ¿qué pasa socio?",) ni con demasiado respeto, que se mantiene a una distancia prudente pero que está pendiente de que no te falte de nada y, si el cliente resulta ser un tocahuevos, que también los hay, ponerlo de patitas en la calle.

2 comments:

Daniel Ruiz García said...

Para mí el camarero perfecto es el que nunca se excede con bromas, pertinentes o impertinentes, y que siempre sabe lo que quieres antes de pedir. Pero sobre todo que sea profesional, y que esté en su sitio, igual que yo estoy en el mío.

Por supuesto, la cerveza, bien tirada. Si no, no vuelvo.

Un abrazo,

danicurri said...

sí amigo,jeje, lo de la birra es fundamental, todo una ciencia que necesita pericia y largos años detrás de una barra para saber hacerlo; el vaso, nunca de plástico y a ser posible, tampoco en tubo, y fría, muuuuuuuy fría incluso en invierno. Bueno creo que tú y yo de eso sabemos algo
Saludos