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Thursday, September 03, 2009

El desastre del 98 (III)

Y aquí es cuando entra en juego el gigante del norte, el nuevo matón de barrio que pone las reglas cuándo y cómo según le convenga y que de un sopapo, sin despeinarse, quita de enmedio al viejo, achacoso y patético imperio español.
El acorazado Maine fue enviado a Cuba en enero del 98 por USA "para proteger los intereses americanos" según el gobierno yanky, pero la pura verdad era la de meter presión a España, alentar a los insurrectos y ser más chulo que nadie. Como no avisaron a España de esta maniobra,la de mandar un barco de guerra a territorio español, al gobierno de Sagasta no se le ocurre otra cosa que mandar otro a New York; con dos cojones.
Y en estas estamos cuando en febrero del 98 explota el Maine en la rada de La Habana, casi 300 soldados yankies se van a criar malvas y los EEUU son un clamor en contra de "los sucios, incultos y crueles españolitos". Por supuesto España no tuvo nada que ver con la explosión pero nos endiñaron el mochuelo (muchos años más tarde se demostró que fue por la mala combustión del carbón bituminoso en la bodega) en una farsa de investigación que llevaron a cabo.
Los yankies se alistan en masa al ejército, se aceleran los preparativos de guerra en Cayo Hueso, Florida, a unos escasos 150 km de La Habana y en España no queda más remedio que expulsar a los embajadores americanos y declarar la guerra.
"Alea jacta est" pensaría Sagasta cuando envió al almirante Cervera (un probo marino curtido en mil batallas) con una escuadra ridículamente preparada a luchar contra, en mi opinión, la primera potencia mundial por aquel entonces (por mucho que digan los ingleses que eran ellos).
El pobre almirante sabía que iba al matadero pero que no podía escaquearse por el rollo ese del deber y tal; y razón no le faltaba, con barcos algunos sin armamento (El Cristóbal Colón estaba recién comprado y todavía no le habían puesto los cañones), sin carbón, con marinos mal preparados, etc. Total que llegan a Cuba, se esconden en la bahía de Santiago de Cuba a resguardo de los cañones de los fuertes y ahí esperan nadie sabe bien el qué.
Los yankies, con una escuadra nueva, poderosa, numerosa y con más moral que el alcoyano, campan a sus anchas por toda la costa cubana. Desembarcan cerca de Guantánamo como Pedro por su casa, sin que nadie les moleste, y en un par de batallas terrestres aniquilan la heroica defensa española (El Caney y San Juan Hill).
La escuadra de Cervera tiene que salir de la madriguera porque las fuerzas terrestres están a un paso de Santiago y los van a pillar con el carrito del helao; pero el gato americano está justo a la salida de la bahía esperándolos con los cañones cargados. A Cervera no se le ocurre otra cosa que ir saliendo de uno en uno, y uno a uno fueron aniquilados los barcos sin que le hicieran un rasguño a los yankies. Los yankies se lo debieron pasar pipa tirando al blanco contra los barquitos españoles indefensos. Creo que debe ser un caso único en la historia mundial una batalla tan desigual y un resultado tan claro: cientos de muertos españoles por uno americano que tiene hasta nombre conocido que ahora mismo no me acuerdo.
Lo peor de todo esto lo de siempre:la muerte de cientos de jóvenes cada uno de ellos con familia gracias a la labor de unos políticos de Madrid que ni supieron ni quisieron parar lo inevitable (entre ellos murió Fernando Villaamil, un magnífico marino, inventor del destructor y que 5 años antes durante una estancia suya en Nueva York avisó del tremendo poderío naval de los yankies).
Así, de un plumazo, desapareció el dominio español en América, tras 400 años de soberanía y unos lazos de todo tipo innegables ( 2 meses antes los yankies también borraron del mapa a la escuadra española en Filipinas durante la Batalla de Cavite) y ya puestos, entregamos Puerto Rico y Guam porque si no nos iban a caer más palos todavía.
Mañana, si tengo ganas, mis conclusiones personales sobre el tema amigos.

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