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Sunday, May 31, 2009

La señora de la guadaña

Últimamente pienso mucho en la señora de negro con la guadaña; no sé porque pero cuando me despierto por la noche ( no hay noche que duerma de un tirón, y eso que no tengo niños, serán mis pecados supongo) invariablemente pienso en cuándo voy a morir, cómo y de qué.
Nunca hasta ahora había pensado en la muerte porque tengo 33 años y siempre la he visto como algo lejano, que era cosa de viejos y por tanto que a mí no me va a afectar. Afortunadamente ningún pariente, amigo o conocido la ha palmado( y espero que así siga claro) pero no sé porque pero ya no miro a esa señora como a una desconocida, una extraña, como hacía no hace mucho; tampoco como a una amiga íntima claro, sino como a alguien que está ahí, a una distancia prudente, esperando, paciente con la guadaña al hombro lista para hacer su trabajo cuando la ocasión se presente.
Cada vez que cogemos el coche, la moto, el avión, cruzamos la calle, salimos de paseo, etc. estamos expuestos a irnos al otro barrio. (Un estudio de no sé qué Universidad de no sé donde dijo que hace falta de media unos 2000 años para que una persona muera de accidente). Todos sabemos de la lotería de la carretera ( es más probable morir en accidente de tráfico que nos toque la lotería), de un navajazo mal dado por unos niñatos, de una enfermedad incurable, y en todos los casos la señora de la guadaña acecha pacientemente.
Desde que somos enanos nos han escondido la muerte, la han apartado de nuestras vidas, como si no fuera con nosotros, como si al ocultarla pudiéramos pararla, evitarla; no hace falta decir que la muerte forma parte de la vida tanto como el nacimiento de una persona, que todos nacemos y todos morimos. Por tanto es un método erróneo el educar a los niños en la ignorancia más supina de la muerte, hacerles creer como si no existiera: Luego los niños (yo ) crecemos, nos hacemos adultos, y  cuando menos lo esperamos ¡zas! la guadaña nos visita a nosotros o a algún familiar y no nos lo creemos.
Me gusta pensar que mi destino está escrito en algún lugar por alguien, no sé donde ni por quien. Esta triquiñuela me permite vivir sin tanto miedo, como más libre, más dueño de mí y de mi futuro. Algo así como que no importa lo que haga que mi destino ya está sellado . Sí, ya sé que es un argumento espúreo, inútil, que no aguanta el más mínimo análisis, pero a  mi me sirve, que queréis que os diga.

2 comments:

Daniel Ruiz García said...

Eso en el fondo es algo muy cristiano, pensar que al final el libro de tu vida ya está escrito... Lo de la muerte creo que tiene que ver con la edad, ya no estamos para excesos y nos vemos a mitad del pasillo. De churumbeles la luz del fondo del túnel ni se presentía, pero con treinta siempre está ahí, acechante, al fondo...

Un abrazo, te sigo y te echo de menos, a ver si nos vemos pronto.

danicurri said...

el caso es que yo de cristiano poco,la verdad,...así que no sé de dónde me viene eso pero vamos tampoco me preocupa una higa.
Un saludo compañero