My Blog List

Sunday, May 17, 2009

Memoria viva

Los millones de lectores que me siguen saben de mi debilidad por los viejecitos, esos venerables ancianitos que pululan por nuestras calles sin que nadie les preste demasiada atención; con esto no quiero decir que todos los viejos sean buenos, amables y simpáticos, pero sí que a mí me caen bien todos, ya sean antipáticos, maleducados o gruñones. 
¿Por qué? sinceramente no lo sé, nunca me lo he preguntado, me caen bien y ya está,punto. Quizás sea porque han padecido mucho, han pasado hambre, miedo, han trabajado como negros por cuatro perras, sin seguridad social muchos de ellos...y de entre todos, los que me llegan hondo, me tocan la fibra, son los que han luchado o vivido durante la Guerra Civil.
Mi amigo Andrés es uno de ellos: nació en 1928 en San Pedro de Alcántara; sé la fecha porque un día me enseñó el deneí, y yo como buen cotilla que soy lo revisé de arriba a abajo y me quedé con la fecha de nacimiento. También me dijo cuando me entregaba el deneí que era el último que le hacían, a lo cual me callé porque era una verdad como un castillo y porque intentar consolarlo sería mentirle .
Bueno pues Andrés en un viejecito con muy malas pulgas, testarudo, cabezota como pocos y con los huevos bien puestos; chapado a la antigua, con valores tan pasados de moda como el honor, dar los buenos días y "vaya con Dios" a la hora de la despedida.
Digo con los huevos bien puestos porque se notaba, aparte de que un día, estando él, dos alemanes y yo en la playa junto con7 u 8 perros nuestros, vino un chulo de playa sin saludar y exhortándonos a sacar a los perros de la playa bajo la amenaza de llamar a los polis; los alemanes al momento se largaron con excusas y Andrés y yo nos quedamos allí muertos de la risa a esperar a una poli que sabíamos que nunca llegaría.
La Guerra Civil le pilló con 8 añitos, siendo pobre de solemnidad, y aunque no le gustaba hablar del pasado, todavía 70 años más tarde se le humedecían los ojos cuando rememoraba aquellos años de plomo, bombardeos de la aviación italiana de Mussolini y de los barcos alemanes de Hitler.
 A Andrés le importaba un huevo si los aviones eran italianos y los barcos alemanes, él lo que recordaba era la larga marcha a pie desde San Pedro hasta Almería bajo el intenso bombardeo, los muertos en las cunetas y los moribundos pidiendo una ayuda que nadie se la podía prestar.
Después de la guerra, en los 50, se casó, tuvo dos  hijas y enviudó poco después; trabajó toda la vida de albañil para que al final le quedaran 400 y pico de Euros de pensión; a pesar de eso, a su perro no le faltaba nunca jamón york o picos que echarse a la boca, así como la mejor parte de la cama, porque el Junior dormía en la cama con su dueño.
Ésa era la única ilusión de Andrés, aparte de su nieta, el perro: al principio bajaban el largo camino desde San Pedro a la playa a pie, piano piano, nos quedábamos una hora allí y luego otra vez para arriba a patas; luego con el tiempo dejó de venir y me lo encontré un día en silla de ruedas empujada por un peruano solícito, atento y educado como ya no los ves en España.
El día de fin de año fuí a verlo a su casa y estaba postrado en la cama todo el santo día(ya no podía caminar, a sus 80 y pocos tacos las piernas ya no están para muchas alegrías aunque tiene la cabeza más lúcida, despierta y activa que cualquier chaval de 2o y tantos) añorando los días de caminatas y sin otro pasatiempo que ver la mierda de telebasura que escupe la caja tonta todos los días. Me hizo darle dos besos, me ofreció café 3 veces, me hizo mil preguntas de cosas que ni yo mismo me acordaba y por supuesto le prometí que volvería a visitarlo.
No he vuelto a verlo porque me da grima verlo así, tirado en la cama, pálido y triste; soy un blandengue y mi corazón no soporta ciertas cosas. Cada vez que escucho que las campanas de la iglesia tocan a muerto, lo primero que pienso es en Andrés, si será él esta vez, si la señora de negro con la guadaña se le ha presentado para presentarle sus respetos. De momento resiste, siempre ha sido un luchador y no se deja ganar fácilmente, aunque sé que el día menos pensado un trocito de memoria de este pueblo, un hombre excepcional nos dejará para siempre.

2 comments:

Daniel Ruiz García said...

Joder... Pues sí que vuelves con rabia y mala leche, sí. Me gusta.

Un abrazo y bien regresado,

danicurri said...

la verdad es que éste último me ha quedado un poco gruñón, no me ha gustado del todo,...pero gracias de todos modos.