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Monday, October 18, 2010

PATRIMONIO



Uno de los muchos signos de la indigencia cultural es el desprecio por el patrimonio histórico o por los hechos y personajes que de un modo u otro han representado (que no jugado, porque en español los papeles se representan y no se juegan, como sí ocurre en inglés, "to play a rol" y como dice todo cristo que se nota que no han leído al gran Lázaro Carreter) un papel importante en la historia de un país o región cualesquiera.
En España, de indigencia cultural, incivismo y barbarie sabemos un rato y, mientras nos gastamos una fortuna en, por ejemplo, apoquinar las comilonas o los coches oficiales de los enchufados a la red clientelar autonómica o municipal, olvidamos (que no ignoramos, porque en español no se puede ignorar algo que se conoce, como sí pasa en inglés, "to ignore something or somebody"), relegamos al último lugar de la fila, a una cantidad enorme de personas y monumentos históricos que en cualquier país realmente civilizado y medianamente ilustrado estarían ocupando un lugar preferente en la vida cotidiana.
Aquí en la Costa del Sol, lugar donde vivo y que por tanto conozco mejor, pero que me juego (aquí sí procede jugar) el gañote ocurre lo mismo en el resto de este desdichado país, donde ha habido dinero para literalmente enladrillar toda la costa desde Nerja hasta Marbella de bloques de edificios, campos de golf, palacios de deportes y de exposiciones, piscinas, chiringuitos y casoplones de muchos millones de euros, en la Costa del Sol decía, nadie, absolutamente nadie se ha acordado de proteger, restaurar, adecentar y dar a conocer el riquísimo patrimonio histórico que todavía sobrevive enterrado, ahogado entre las urbanizaciones.
Los casos son muchos y todos lamentables. A mí, personalmente, me producen una suerte de asco y repugnancia la desidia a la que se ha condenado a estos bellísimos lugares centenarios. En mi pueblo, sin ir más lejos, San Pedro de Alcántara, atesora (porque es un auténtico tesoro) una basílica paleocristiana del s.IV d.c. inundada de jaramagos y cercada por una valla metálica feísima y siempre cerrada. Su estado de conservación es ruinoso. A cien metros de ésta, está una torre almenara mejor conservada pero encerrada dentro de una urbanización privada y entre medio de ambos vestigios, se sitúan las termas romanas del s. III d.c en un estado lamentable también. Por último, tenemos el trapiche al lado de mi casa, más reciente que los otros (s. XIX) y magnífico ejemplo de la arquitectura que se estilaba en la época pero que amenaza desplome y está totalmente abandonado desde hace muchos años.Ésto, que en un país sabedor de su pasado sería un lugar de lo que estar orgulloso, y bien acondicionado sería un centro turístico de primer orden, en mi pueblo no pasan por ser más que cuatro piedras viejas.
Pero aquí no queda la cosa ni mucho menos; ya escribí en diciembre o enero sobre el castillo de Montemayor. Castillo en sus buenos tiempos, porque ahora es un conjunto de paredes derruidas sobre un cerro del que se disfrutan las mejores vistas de toda la costa. El otro día me acerqué a Fuengirola a ver el castillo de Sohail, magníficamente conservado en sus lienzos exteriores pero paupérrimamente decorado en su interior que te hacen sentir estafado tras apoquinar tres euros a la entrada. Este castillo es realmente digno de ver, tanto por su localización, orilla del mar y de la carretera, como por su historia, donde fue una pieza clave en la Reconquista y en la guerra contra el francés con participación inglesa y posterior rescate español. Pero nada dice la leyenda de esto, entre otras cosas porque consiste en un par de folios blancos sobre un cartón apoyado en el suelo. O sea, no ponen dinero ni para pagar un letrerito, que vale 50 € y que se coloca en diez minutos.
La costa está completamente tachonada de torres vigía o almenara ( arabismo que significa fuego referente al que se hacía en su cima para avisar de la llegada del enemigo) a cada cual más singular, hermosa en su sobriedad y firme a pesar de su antigüedad y, si sobrevivieron a los piratas moros o ingleses, a la desamortización y hasta a Franco, no diría lo mismo de nuestra época, donde la piqueta,instrumento de la política más avariciosa e ignorante, pende sobre nuestras torres como la espada de Damocles.
Hay torres( que son públicas) dentro de chalés privados, y otras muchas, totalmente rodeadas de casas, ocultas entre restaurantes o bloques de pisos como la de El Velerín, el Saladillo y muchas más, en ruinas como la de Sotogrande y hay incluso un estupendo castillo, el de La Duquesa, en Sabinillas, engullido por una macrourbanización para ingleses llenos de pelo sin camiseta eructando entre cerveza y cerveza.
Pero una vez más, tenemos lo que nos merecemos, ni más ni menos; como estamos más cerca de los chimpancés que de Einsten, cuando tenemos algo que está bien conservado, no lo valoramos. Es el caso de la Torre Desmochada o de Guadalmansa, en el término de Estepona, que muestro en las fotos, construida en el s. X y restaurada desde el s. XV, rodeada por unos jardines preciosos, con un letrero si no demasiado extenso sí lo bastante para enterarte someramente de qué va el cuento. Y, ¡no va ni Dios a visitarla! más sola que la una en un escenario incomparable, demuestra la ignorancia, dejadez y estulticia del populacho español. Pueblo que te monta una algarada si el equipo de fútbol local no tiene pasta para jugar en Chipiona,por ejemplo, si la feria tiene que recortar en fuegos artificiales o si los miles de enchufados que atestan las administraciones públicas no cobran porque no dan abasto.

1 comment:

Anonymous said...

Cuanta verdad, desconocido amigo. Seguiré tu blog. Un saludo