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Sunday, October 10, 2010

ESPADACHINES


En mi casa, lo único leíble que entraba cuando yo era niño eran el Don Balón, algunos fascículos de alguna guerra (p.ej. Vietnam, la Segunda Guerra Mundial ) y El Correo de Andalucía, que mi padre traía a casa diariamente sin falta; nos peleábamos por el periódico entre algunos de los hermanos y cuando me tocaba el turno, me iba directo a la última página a leer la columna de Antonio García Barbeito y abrevaba de la honda sabiduría de un hombre sencillo de pueblo (Aznalcázar) que contaba cosas sobre el campo, la lluvia, la mujer y el duro trabajo del jornalero. De esto hace más de veinte años, y hoy, Don Antonio (se ha ganado el Don por derecho) es un reputado periodista columnista en ABC, colaborador de Carlos Herrera, donde presta su voz honda, grave, sin avergonzarse de su marcado acento andaluz (¿por qué habría uno de sonrojarse por hablar con el acento propio de su tierra?) y presentador del nuevo canal de TV, la Diez, potencial competidora de la TV que loa al régimen andaluz al modo que el NO-Do hacía con Franco, el Canal Sur.
Hubo una época, a principios de los noventa, en la que leía el "Marca" de cabo a rabo;o sea, no sólo los titulares, sino todo el periódico con todos los artículos y las redacciones de cada periodista de cada deporte. Lo recuerdo sobre todo en los largos veranos sevillanos, sentado en el frío mármol de la casa paterna a la hora de la siesta, embebido en las hazañas de un navarrico grandullón que se enseñoreaba por las carreteras galas. Recuerdo también, con satisfacción, que la prosa deportiva usada en el Marca me fascinaba como si leyera la conquista de Tenoctitlán por Cortés y con la ansiedad propia de un adolescente. Ahora, el Marca no lo quiero ni "regalao" como se suele decir, y sólo acudo a él por la pantalla del ordenador para enterarme de cómo ha quedado el BarÇa y de qué nuevo trofeo ha mordido Nadal. Es un proceso normal, supongo, en el que uno evoluciona en sus gustos literarios (y en cualquier otro tipo de gustos, porque recuerdo que la verdura no la podía ver y ahora la tomo diariamente) y lo que antaño me parecía la cima del saber hogaño me produce una sonrisa de desdén, de cierto desprecio hacia lecturas que yo personalmente considero infantiles.
De cualquier manera, hoy día, lo único que me interesan (sobremanera) de los periódicos, son los artículos de opinión vertidos por la multitud de columnistas que inundan las páginas periodísticas; el resto del diario, con alguna honrosa excepción como el tablero de ajedrez, lo usaría para envolver el bocadillo.
De entre los articulistas favoritos, me decanto sin duda por los del ABC: el abanico de escribidores que ofrece el ABC es, a mi humilde entender, brillante y, si el Madrid tenía a Figo, Zidane, Ronaldo,Beckham y Raúl, el ABC tiene a Carlos Herrera, Paco Robles, Herman Tersch, Antonio Burgos, Jon Juaristi y Juan Manuel de Prada. Todos me seducen más o menos,pero cada uno, al igual que los futbolistas, tiene un don especial que lo hace diferente.
Herrera por su fina ironía y buena educación, Tersch por su mala leche profundamente democrática, Burgos por su guasa burlona mezcla de su sevillanismo gadita, Robles por su valentía desenmascaradora de los politicuchos mangantes, Juaristi, por su denuncia desde la experiencia de la ilógica terrorista y el gran y muy maltratado de Prada, por su insondable sabiduría y su terquedad ante las fuerzas progres añorantes de tiempos bárbaros.
Pero mi favorito, desde hace ya casi veinte años, es Arturo Pérez Reverte; lamento decir que sólo como articulista, ya que sus novelas, a excepción del último Alatriste y alguna otra, no son nada del otro mundo (que tampoco es moco de pavo, porque no todo el mundo puede ser Cervantes o Shakespeare). Pero como escritor de columnas, es insuperable: mordaz, incisivo, ácido hasta la corrosión y a la vez sencillo, sin alharacas ni retruécanos imposibles. Comparto con él la pasión por el mar y las historias, sobre todo batallas, que se han dado en las aguas marinas. Sus recomendaciones literarias son sagradas para mí, y nunca me han decepcionado. Conservo varios recortes de artículos firmados por él, que leo de higos a brevas y que sé que dentro de 50 años me seguirán poniendo los pelos (no el vello como diría un cursi) de punta. El de hoy sin ir más lejos, es memorable: cuenta la demencial historia de Lope de Aguirre, da un par de referencias librescas del asunto que mañana mismo ya estoy encargando en la librería del barrio cuyo encargado, del que ya hablé aquí hace tiempo, estoy seguro que no ha oído hablar en su vida ni de Lope de Aguirre, ni del Reino de Redonda y si me apuras, ni del mismo Pérez Reverte, por increíble que parezca. Otros artículos memorables fueron por ej. el que denunciaba hace ya por lo menos diez años la insostenibilidad del sistema, cuando todos nos creíamos que la vaca nunca se cansaría de dar leche y uno sobre un gran contador de historias, Alejandro Paternain, al que dedicó un artículo y recomendó un par de libros suyos justo tras la muerte del escritor uruguayo.
Posdata: homenaje también al gran Vargas Llosa, que si bien no conozco su obra literaria, si lo he seguido en sus columnas y se merece también el Nobel de los artículos, a Fernando Savater, por su osadía libertaria, siempre alegre, que le ha hecho acreedor de un guardaespaldas por desnudar la ridiculez etarra y ahora, su defensa de la fiesta de los toros ante los naziecologistas y, por último pero no menos importante, a Fernando García de Cortázar, que se prodiga menos de lo que me gustaría en alguna que otra tercera, por su vasto conocimiento de la Historia mundial y sobretodo española, siempre dispuesto a encontrar puntos de encuentro entre españoles y avisador de que el que no conoce la Historia de su país, está condenado a repetir los mismos errores del pasado, y eso en España no puede suponer otra cosa que Guerra.

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