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Tuesday, July 20, 2010

SECTARISMOS


Cuánta verdad lleva el dicho de que a todos los tontos les da por algo. O aquel otro de que si entra un tonto más en España, se cae al agua. Me ha venido a la mente todo esto viendo por la tele el Tour de Francia. Esas carreteras atestadas de gente animando, con una gran variedad de banderas de muy diversos territorios y la banderita de marras, el lemita de los cojones :"Euskal Presoak" y no sé que más en vascuence.
Un mapa de las Vascongadas dibujadas en negro sobre un fondo blanco, con un par de flechas también negras apuntando al mapa. Seguro que la has visto alguna vez. Ahora caigo que dice algo así como "Etxera" en la parte inferior de la bandera, que no sé lo que significa pero me lo imagino. Ahí están los tontos de la banderita, ensuciando algo tan digno como una carrera ciclista. Porque aunque tuvieran razón en sus reclamaciones (que no la tienen), estarían fuera de lugar, como un torero al otro lado del telón de acero (Sabina dixit¡ojo, no el Arana! el otro, el de Úbeda). El colmo es que además de estar mancillando una competición deportiva, están ensuciando el buen nombre de su región y de su país.
El sectarismo es íntimo amigo de la ignorancia; nunca salen solos a la calle y cuando lo hacen se pasean libremente por ahí, agarraditos de la mano muy ufanos campando a sus anchas, sin ningún tipo de cortapisas y calando hondo en los ciudadanos.
Porque sectarios hay en todos lados, lo que pasa es que a cada uno le da por algo, como a los tontos. En Cataluña les dan por ser nazionalistas, asín con z, porque no les gusta que les lleven la contraria en su cruzada no como antaño contra los palestinos, a los que consideran hermanos de fatiguitas del estado opresor, sino contra todo a lo que huela a español, desde el toro hasta la lengua pasando por que sé yo, el gazpacho por ser andaluz.
Los madrileños no se escapan, no, y el sectarismo cría tan bien como en cualquier otro lugar; toda acción tiene una reacción, como un bumerán, y la respuesta madrileña a los nazionalismos periféricos no es la mesura ni la cordura ni mucho menos unas gotitas de democracia.El facherío madrileño es de aúpa, no de ahora, sino de siempre, y a Franco se le echa de menos más de la cuenta. La capital de las Españas (ahora no por las colonias americanas, sino por las ibéricas) ha sido y es, el núcleo del conservadurismo español, desde los tiempos de maricastaña, y los siglos XIX y XX lo atestiguan.
Ya tenemos las dos Españas, una de las muchas dos Españas que como dijo Machado, ha de helarte el corazón; la periferia tira de un extremo de la cuerda y Madrid, para no ser menos, tira del suyo, hasta que o bien cede un extremo (normalmente de la periferia, porque Madrid tiene mucho músculo) o bien se rompe la cuerda y se monta la de San Quintín, o sea, la Guerra Civil.
Y ahora llegamos a Andalucía, donde el sectario profesional se mete a la carrera de político, que lleva una jartá de años pero que al final recompensa. Formarse, lo que se dice formarse, se forman poco, aparte de en langostinos tigre o cigalas de tronco, por eso, cuando llegan mal dadas, se les ve el culo. Como en el caso de Cajasur, que se la han llevado los vascos por ser más listos y trabajadores, y a los politicuchos se les ha quedado el culo al aire. Que si los curitas, que si los elementos, que si tal, que si cual, todo menos reconocer la culpa, que es una carga muy pesada de llevar y hace falta vergüenza para llevarla.
Zetaparo sólo se acuerda de los andaluces por sus votos, que son los que le aúpan al poder, pero a la hora de la verdad sólo da de comer a los vascos y a los catalanes, para que no se le enfaden y le monten una rebelión. Pero claro, la culpa no es suya, sino de los que le votan a pesar de los pesares.

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