My Blog List

Sunday, May 23, 2010

BORDES




Una de las cosas que he aprendido de mi admirado Carlos Herrera es la de "comprender" a los bordes. Carlos los adora y les ha dedicado varios programas de sus fósforos a estos seres desagradables que pululan por nuestro territorio (no por nuestra geografía tal y como dice todo Cristo confundiendo la ciencia que estudia el territorio con el territorio en sí mismo).
En España los bordes abundan sobre todo en los comercios porque ya sabemos que aquí el cliente es una molestia. Celebrados son aquellos casos del que llega a un bar y le pide al camarero un café a lo cual éste le espeta: "con to los bares que hay en el pueblo, has tenido que venir a éste precisamente" o el otro que también requirió un café y obtuvo por respuesta del dependiente: " espérate a que llegue otro porque para un café no me molesto yo". ¿Verdad que son enternecedores? .
Cualquiera no vale para ser borde; como para todo en la vida, para ser borde hay que valer. Me recuerda un prólogo de una novela de Blasco Ibáñez que leí hace muchos años que decía algo así como que en tiempos de guerra el soldado podría largarse a las primeras de cambio con el rabo entre las piernas y el cura sin embargo agarrar la escopeta y echarse al monte a liderar una partida de guerrilleros. Es un asunto de vocación. El borde, como el lechón, nace borde y muere borde. Seguramente se pule con los años, pero su vocación, ese prurito interior le late en el pecho desde su más tierna infancia. Supongo, como casi todo, que tendrá su parte heredada y su parte propia. O sea, que como buenos mamíferos aprenden observando a sus progenitores en acción aunque de seguro hay bordes nacidos de padres absolutamente educados.
El menda, como todo hijo de vecino, se ha topado con alguno de estos señores/as que habitan por esos sitios de Dios. Recuerdo la familia entera del Bar Franqueza, Chipiona. Un garito de mala muerte donde sirven las mejores cabrillas y caracoles de la zona. Me llevaron mis suegros y la pari advirtiéndome de la brusquedad del personal del garito, sobre todo del padre, un sesentón bajito, calvo y de uniforme. Cuándo inquirí sobre la tardanza de los moluscos, me espetó un "esperaaaa" muy alto y desagradable, perfectamente audible en todo el local que consiguió ruborizarme y no chistar hasta que llegaron los platos humeantes. Las risitas de mis suegros, perros viejos que saben cómo las gasta el sr Franqueza, todavía me hieren.
Luego está el encargado del Opencor del pueblo, un chaval de unos treintaytantos tacos, regordete y con voz de pito que me saca de mis casillas. Me soltó varias groserías de las que sólo recuerdo la última, cuándo fui a cambiar un billete y me soltó :" me lo podías haber dicho antes de cerrar la caja". Todo esto con una voz de urraca que le aporta un nivel de grosería considerable.
Ahora caigo en el dueño de un bar al que iba antes de que me timaran cuyo dueño, Luis, un jerezano bigotudo de unos 50 años se negó a servirme porque yo entraba con mi ABC debajo del brazo dispuesto a tomarme unas cañas y a leer tranquilamente. Pero él, sociata acérrimo, no estaba por la labor de poner copas a un facha como yo aunque le costara dinero. A éste también le vi hace un corte de mangas en la cara de un cliente culé, porque él era madridista y más borde que nadie.
Pero mis favoritas son dos tías de un quiosco cercano: madre e hija. Al principio, yo les daba los buenos días y se me quedaban mirando fijamente sin decir ni mu con cara de impaciencia como si les estuviera haciendo perder el tiempo. A los pocos días dejé de ser educado y les plantaba el ABC en el mostrador, el dinero y me largaba. Como los animales. Recuerdo un día, iluso de mí, que les pagué con calderilla pensando que les vendría bien dinero suelto y me suelta la madre:" esto que porquería es". Como ya sabía de qué palo iba la tía, le respondí que dinero y que eso es lo que hay. Pa borde yo. Desde entonces nos llevamos mejor. Estas tías detestan a los educados porque les hacen perder el tiempo y sólo se llevan bien con los bordes. Estamos empezando a ser amigos y todo. Siempre y cuando sigamos las reglas. Nada de buenos días, adiós, gracias y todo ese rollo. Al grano. Hoy ya se ha permitido comentarme algo de la peli del domingo del ABC. Al final nos vamos a hacer amigos y todo.

1 comment:

Jarttita. said...

Ojalá todos fuesen como House...House es un bendito comparado con la mayoría (y a mí me gusta mucho, por cierto).

Ayer tuve yo un encuentro así: me acerqué a comprar una barra de pan y me dijo el tipo, sin mirarme, sin levantar la cabeza del mostrador, perdonándome la vida: hasta dentro de veinte minutos ná.
Lo cual es bastante absurdo porque claro, salí, crucé la calle y compré el pan en el 24 horas de la acera de enfrente.

Recuerdo también otra tienda de asuntos varios femeninos ( sujetadores) que siempre que llegabas te sacaban un modelo, y si no te gustaba se enfadaban. ¿No tienes más modelos? Este es el que hay, repetía. Menudos cabreos me he pillao yo allí.