My Blog List

Sunday, September 12, 2010

ZUMALACÁRREGUI (I)


Estoy flipando con el nota este; nunca hubiera imaginado lo grande que llegó a ser en su disciplina, que fue el arte de hacer la guerra. Estando España inmersa en las guerras civiles que se dio a llamar Guerras Carlistas, descolló este genio por encima de todos dentro de un nivel que ya era de por sí sobresaliente; ahí están los nombre de Espartero y Fernández de Córdoba por el lado cristino y el arriba mencionado y Eraso por el lado carlista.
El caso es que tras la muerte del peor rey de la Historia española (que ya es hilar fino), el dañino Fernando VII, se derogó la ley sálica para que pudiera reinar su hija Isabel, que a la postre sería II, de la que hablamos en el anterior artículo. Estamos en 1833 y como Isabel tenía 3 añitos, asumió la regencia su madre, María Cristina.
El lío vino cuando el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, que era el heredero de la corona hasta que se promulgó la Pragmática Sanción derogando la Ley Sálica y abriendo así de paso la puerta de palacio a una mujer, Isabel II y cerrándosela a Carlos. Éste, ferviente católico, heredero del absolutismo más reaccionario, firme creyente de que la monarquía venía designada por las leyes divinas, se enfadó, y montó una algarada que comenzó en La Rioja en sptbre del 33 al autoproclamarse Carlos V. Y a partir de ahí empezó una hemorragia de sangre española por no hacer las cosas por derecho, tanto un bando como el otro.La primera Guerra Carlista (hubo tres a lo largo del siglo) que duró seis años y que segó la vida de cientos de miles de hermanos empecinados y empozoñados en la incultura y su mejor aliado, el fanatismo, que los empujaba a masacrarse tan cruelmente como sólo saben hacerlo los hermanos entre sí.
Y a partir de aquí, junto con la barbarie, empieza la leyenda, la gloria militar de uno de los mayores genios que haya dado la roída piel de toro: Don Tomás de Zumalacárregui, el Tío Tomás, el Tigre de Amézcoa, un vasco de Ormaiztegui, nacido en 1788 y héroe de la guerra de liberación contra el francés, donde con veintipocos años se echó al monte con la partida de "El Pastor" y se hartó de matar franchutes. Todos esos años de guerra le valdrían muchísimo 20 años después para comandar las tropas carlistas, porque Zuma siempre fue un católico ferviente, absolutista de lo más reaccionario y fiel seguidor de Carlos V.
En el 33, al comienzo de la guerra, le dieron el mando de las dispersas, escasas y desorganizadas tropas carlistas que cuajaron únicamente en Las Vascongadas y Navarra. Y en pocos meses, el Tío Tomás, a pesar de la falta de logística, municiones y en definitiva, money del bando carlista, formó un formidable ejército de más de 30.000 tíos que se apoderó pueblo a pueblo de todo el territorio vascongado a excepción de las capitales, que siempre permanecieron en manos isabelinas. Zuma aprovechó ahora la experiencia de la guerra contra el francés y usando las partidas guerrilleras que junto a su pericia estratégica y el vasto conocimiento del terreno le ayudaron a cosechar victoria sobre victoria ante el clamor popular de los pueblos por los que pasaba. Porque el populacho vasco le apoyaba fielmente como al mesías, dándole comida, alojamiento e información valiosísima de primera mano del enemigo. No hay que pasar por alto que DonTomás fue un personaje cruelísimo que no dudaba en fusilar a todo enemigo apresado; famoso fue el hecho de Heredia donde mandó fusilar a 118 !!! soldados isabelinos que se habían rendido. Pero claro, eran los tiempos y un país donde no se conocía (no se conoce) la humanidad o la guerra humanitaria (toma oxímoron) y donde el canje de prisioneros era considerado como un esnobismo más propio de señoritas jugando al tresillo.
Entra ya el año 34 y Don Tomás prosigue su escalada imparable de victorias haciendo acopio de municiones, fusiles y cañones arrebatados al enemigo; porque no olvidemos que los carlistas, con Zuma a la cabeza, no tenían dinero ni para pipas, así que su falta de sobretodo cañones era tan alarmante que recolectaron todas las perolas de la región y la colaron en una acerería para fabricar un cañón con el que por lo menos hacer pupita a las murallas de las ciudades que sitiaban.
Pero claro, tenían la ayuda de la inmensa mayoría de los vascos y navarros, que les acogían como a auténticos héroes y de paso ostigaban a los isabelinos o cristinos que venían de la meseta a luchar y probablemente a morir peor que perros.
Mañana seguiré queridos lectores con este apasionante relato, tened paciencia y no morderse las uñas que lo bueno viene en tarros pequeños. Nos queda el desenlace de esta historia y la muerte de nuestro héroe en extrañas circunstancias.

4 comments:

Natalia Pastor said...

Zumalacárregui pertenece, sin ningún gémero de dudas, a esa estirpe de personajes heróicos que han existido en España, y a los que núnca se les ha hecho justicia ni han tenido el reconocimiento que merecían.

Como dice Pérez Reverte de tantos y tantos casos similares - como Blas de Lezo -, "si hubiera nacido en Inglaterra o en los EEUU tendría películas, libros mil y un reconocimiento social que aquí es impensable".

danicurri said...

exacto,ésa es la idea que voy a desarrollar en el artículo que sigue a este; la de conocer al personaje y una vez conocido,poder emitir un juicio (positivo o negativo) sobre él,sobre lo que hizo, lo que consiguió, etc..el problema de España es el gran desconocimiento de nuestros personajes históricos como Zuma, el genial Blas de Lezo ( del que ya escribí un artículo hará más de tres años en este mismo diario), El Empecinado, El Gran Capitán, Álvaro de Bazán, etc...

Jarttita. said...

Aquí,en nuestra famosa plaza de Las Tendillas, que preside la estatua ecuestre del Gran Capitán, la figura perdió un día la cabeza y alguien le colocó la de otra estatua que tuviera cerca, concretamente la de Lagartijo.

Total, nadie se iba a enterar...

danicurri said...

algún día alguien debería rendir tributo a esa ciudad que ha dado a Séneca, Maimónides, Góngora, El Gran Capitán, entre otros...no muchas ciudades pueden presumir de tener unos hijos tan ilustres.